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Ochenta años de Carlos Fuentes
La reelectura, el asombro de uno mismo
¿Cómo volver sobre lo leído y releer? Si la lectura da cuenta del alumbramiento de un texto, la relectura es el asombro de uno mismo. Nos descubrimos en esa zozobra: no ha cambiado, acaso, el texto y, en cambio, somos nosotros alguien otro. Porque si la lectura tuviera una biografía propia (una lecto-grafía) diría ella más de uno que del libro; salvo que sea ella, la lectura, un proceso del lenguaje mismo, y seamos, nosotros, imágenes relevadas a su paso. Una vez, hablando de todo ello, Gabriel García Márquez me sacó de dudas: Lo que pasa, me explicó, es que hay un lenguaje que leído se agota, y otro que releído se acrecienta. “La diferencia, me dijo en secreto, es la poesía”.
En el aula de clases he descubierto que uno de los autores nuestros que se relee con renovado asombro es Carlos Fuentes. Si la relectura es una estética, la suya es la del sobresalto: como releo periódicamente sus novelas para mis cursos, soy testigo. En primer lugar, no ha escrito dos novelas iguales, aun si los referentes puedan ser semejantes; además, en cada novela el sistema es distinto, aun si algunas siguen un decurso histórico. En segundo lugar, se trata del lenguaje mismo. Es un lenguaje dinámico, intenso, fluido, ardoroso, que discurre con nitidez; un despliegue de energía creativa, que evoluciona en arabescos y simetrías; una materia emotiva y lúcida cuya forma, cuando cuaja, es barroca. Pero, en una tercera instancia, ese desencadenamiento creativo se da como indagación vital y crítica, piadosa y humorística, desde la subjetividad encarnada en historias de agonía y elocuencia, de perversa repetición y sombría recurrencia, donde lo fantástico se desdobla en gótico, y el placer en horror. En sus novelas suele ocurrir que leyendo en una orilla nos veamos leer desde la otra: la novela se escribe entre espejos de lo leído, como su gestación permanente.
Pero, si todo ello es el descubrimiento que aguarda en lo releído, ¿qué decir de la historia de su lectura? La cualidad proteica de estos libros se revela aquí como una forma inexhausta. ¿Qué habrán leído los primeros lectores? nos preguntamos cuando repasamos la historia de su recepción. Notablemente, sus libros fueron leídos en olor de polémica: como antinacionalistas, profanadores, pornográficos, comunistas, extranjerizantes, modernistas… La censura del franquismo los prohibió con saña. El Departamento de Estado estadunidense declaró al autor como peligroso a la seguridad nacional. Todavía tres años atrás un ministro mexicano denunció a su propia hija por leer Aura, y la amenazó con cerrarle el colegio. Pero si todo ello es parte de la provocación que alienta en su desbasamiento de lo socialmente construido (esa fuerza deconstructora, propia de su desmontaje mayor: el de la novela misma); y si a cuenta de ello la crítica en Estados Unidos lo tiene por un adelantado del post-modernismo; a mí —en tanto lector renovado por cada libro suyo— me ha importado más comprobar cómo leen sus libros los estudiantes. Yo diría que es imposible decir cómo se relee a un autor sin pasar por esta prueba de fuego. Digo más: no se puede confundir la persistencia de una obra con la relectura que hace uno; es necesario pasar por este cotejo con cada nuevo horizonte de lectura para poner a prueba la nuestra. Pues bien, mis estudiantes lo leen como si acabaran de ser escritos: los monstruos del poder se han convertido, para los más jóvenes, en fantasmas de la autoridad; la historia, en desmembramiento de la memoria; la política, en pesadilla de la estirpe de los lectores. Y nunca como hoy el aliento de libertad que es la forma del deseo en estas novelas se revela como una utopía de los afectos, allí donde la familia es, efectivamente, una “máquina de la locura”, y la emotividad el único espacio no escrito.
Así, tal vez, lo decisivo de esta apelación renovada de la obra de Fuentes sea su capacidad de ensanchar el presente. La historia se actualiza, la memoria nos despierta entre demandas, el futuro nos consume en su juicio. El tiempo discurre con la pasión del habla, hecho verbo transitivo, apelativo, y antagónico.
Bien visto, la duración del habla es una imagen del mundo: el tiempo encarnado en su fluidez. Por eso, es una imagen caleidoscópica, organizada como una temporalidad sublevada. Se despliega en un montaje escénico hecho de secuencias y fragmentos que no requieren ya unificarse ni resolverse. La idea de Walter Benjamin, que toda época sueña a la siguiente, que tanto escandalizó a un Theodor Adorno disciplinario, se actualiza como relato. Cada época tiene la imagen temporal de una novela, y la novela la vivacidad de una polifonía.
Pocas obras como las de Fuentes están tan intrínsicamente hechas del lado del lector, comprometidas con los poderes de una lectura que excede a los saberes dominantes, y proyectadas en el acto de leer creativamente todos los tiempos en una página.
En esta poética de la lectura el lector termina siempre reorganizando la biblioteca Fuentes, y actualizando en su tiempo de leer la temporalidad desencadenada. El lector forma parte de esas voces que alientan en estas novelas con su intenso registro, temperatura y fluidez.
De modo que el placer de leer, el enigma de ser leído, y la pasión de lo legible, iluminan la comunicación como el espacio humanizado por la palabra mutua.
La vasta obra de Fuentes, es un acto literario capaz de reformular la historia; una actividad creativa que imagina otro lector; y una acción plena del presente.
En sus propias palabras
1.- Profesión: escritor, es decir, escudero de don Quijote.
2.- Creí desde muy temprano en los vasos comunicantes: entre culturas, entre géneros, entre individuos.
3.- La imaginación nos permite extender los brazos hacia los mundos perdidos, los mundos míticos, los mundos olvidados de los que todos descendemos.
4.- El arte da voz a lo que la historia ha negado, perseguido o silenciado. El arte rescata a la verdad de las mentiras de la historia.
5.- El orden es la antesala del horror.
6.- México es mi herencia, pero no mi indiferencia; la lectura que nos da sentido y continuidad a los mexicanos es algo que yo he querido merecer todos los días, en tensión y no en reposo.
7.- La lengua de la Conquista fue también la de la reconquista, y sin la lengua de la Colonia no habría la lengua de la Independencia.
8.- Nuestra imaginación política, moral, económica, tiene que estar a la altura de nuestra imaginación verbal.
9.- La locura de don Quijote y su descendencia es una santa locura: es la locura de la lectura.
10.- No hemos terminado nuestra aventura. No la terminaremos mientras seamos objeto de la lectura, de la imaginación, acaso del deseo de los demás. No moriremos —Quijote, Sancho— mientras exista un lector que abra nuestro libro.
11.- Sin nuestra memoria, que es el verdadero nombre del porvenir, no tenemos un presente vivo: un hoy y un aquí nuestro, donde el pasado y el futuro, verdaderamente, encarnan.
12.- La novela, para ganarse el derecho de criticar al mundo, comienza por criticarse a sí misma: la interrogante de la obra produce la obra.
13.- ¿Existe narrador que no sea hijo de Scherezade, es decir, de la mujer que cada noche cuenta un cuento más para ver una mañana más y aplazar así, la muerte?
14.- Como yo crecí en dos culturas, la hispanoamericana y la anglosajona, gocé de dos listas de lecturas: El corsario negro y El capitán Sangre; Las tardes de la granja y las rimas de Mary y su cordero de Dios. Claro, estaban los autores que fertilizaban todas las culturas y realmente nos abrían la imaginación: Stevenson, Julio Verne, Dumas, Mark Twain.
15.- El monje Hugo de Saint Victor, dijo más o menos lo siguiente: el hombre que se siente perfectamente a gusto sólo en su tierra no es sino un tierno principiante. El que se siente cómodo en todas partes ya es mejor. Pero sólo es perfecto quien se siente un extraño en todos los lugares que visita. Yo pertenezco al segundo grupo.
16.- Creo que se empieza a escribir porque una intuición urgente nos pide que reunamos las palabras y las cosas, todo lo dividido y lo disperso de este mundo.
17.- Los escritores no sólo reflejamos la realidad; la creamos, añadimos una realidad que la realidad antes no tenía: la novela, el poema, el ensayo.
18.- Como estudiante, viví la vida de la Facultad de Derecho de la Universidad de México en los cincuenta. Quizás ninguna otra experiencia me ha marcado más que esta de pertenecer a una generación de compatriotas que compartimos ideas, lecturas y, sobre todo, maestros.
19.- La novela latinoamericana contemporánea debe su fuerza a que unió dos tradiciones, creando una nueva: la de la preocupación inseparable por el estado del arte y el estado de la ciudad.
20.- Yo me siento parte de un flujo lingüístico que viene de los tiempos prehistóricos y que, si culmina en un Cortázar, un García Márquez o un Vargas Llosa, incluye también a Agustín Lara y al autor de Mafalda.
21.- Faulkner es el gran maestro moderno del libro que es búsqueda del libro. Esto quiere decir que no hay novela sin desplazamiento, o sea, sin riesgo.
22. Me pregunto si un evento que no es narrado ocurre en la realidad. La narración disputa el orden de las cosas. El silencio lo confirma.
23.- Que chinge a su madre “el público”. No hay lector que valga si no es un lector inexistente al ser escrito el libro. Un lector buscado y ganado, en otras palabras. La novela surge en nombre de ese lector potencial. Es, por ello, una novela potencial también.
24.- La Ciudad de México es mi ciudad imaginaria, la muralla medieval que ciñe mi expansionismo barroco, renacentista.
25.- México será un país maduro el día que haya una estatua de Hernán Cortés en el Paseo de la Reforma.
26.- Yo confío en que Cristóbal nonato sea leído como un exorcismo más que como una profecía, aunque creo que, más bien, el novelista trata de exorcizar los males y acaba profetizándolos.
27.- Oponer la imaginación a la realidad, como hace Cervantes, y convertir a la imaginación misma en la crítica de la sociedad es extraordinario; es lo más moderno y revolucionario que ha ocurrido en la historia de la novela. Por eso soy cervantino.
28.- Una familia lejana para mí es una novela muy clave porque, en cierto modo, es la novela sobre mis procedimientos artísticos.
29.- Si la palabra y la realidad se identificasen, el mundo se acabaría, el universo ya no sería perfecto. La literatura es una herida por donde mana el indispensable divorcio entre las palabras y las cosas.
30.- Hay un tiempo finito en el que escribes con la esperanza de que haya un tiempo infinito en el que lees.
31.- Junto con Cervantes y Faulkner, Balzac es el novelista que más me ha influido.
32.- Lo que no tenemos lo encontramos en el amigo.
33.- Hombre cálido, amigo incomparable, dueño de un humor único, recuerdo con intenso cariño y como uno de los privilegios de mi vida, las horas pasadas al lado de Buñuel (...) y todo ello con el vaso de buñueloni en la mano. Receta: mitad de ginebra inglesa, un cuarto de Cárpano y un cuarto de Martini dulce.
34.- La presencia misma de la imagen cinematográfica, la creación que inspira y la mitología que crea son, acaso, las huellas más hondas de la identidad de nuestro tiempo.
35.- El elogio del amor como realidad o aspiración suprema del ser humano no puede ni debe olvidar la fraternidad del mal aunque, en esencia, la supera en la mayoría de los casos.
36.- Paso la mitad del año en Londres porque allí escribo mucho: me levanto a las cinco de la mañana, escribo de seis a 12; tengo un día muy pleno para leer y escribir sin interrupciones... Miro hacia fuera y el clima es tan malo que no dan ganas de salir; la comida es muy mediocre y tampoco da ganas de salir; la gente es muy fría... Es perfecto para escribir. Llego a México, donde paso la mitad del año, y entonces me meto en las amistades, la política, las entrevistas, las conferencias ante el público, el contacto con los jóvenes... Son dos vidas distintas, aunque una es tan productiva como la otra.
37.- Yo poseo una concepción del tiempo que convierte el pasado en memoria.
38.- Tuve relación muy intensa con Octavio Paz hasta que él decidió romperla a finales de los ochenta. Sus razones tendría, pero ya no nos vimos más.
39.- Hemos vivido un siglo que nos tiene que dejar un sabor muy amargo, porque nunca fue tan grande el adelanto técnico y científico en la Historia de la humanidad, pero nunca fue tan grande también el retraso moral y político, el abismo y la ciencia y la tecnología respecto a la política y la moral.
40.- Desde Colón (inventor de ese subgénero literario conocido como Realismo Mágico Latinoamericano), América ha vivido del divorcio entre sueño y realidad.
41.- Portamos lo que somos en dirección a lo que queremos ser.
42.- El melodrama y el progreso están íntimamente relacionados.
43.- Somos el espejo de nuestro lenguaje.
44.- A partir del Quijote se puede recrear el mundo. Como si el mundo estuviese siempre a un paso de la catástrofe y sólo la palabra pudiese salvarlo, la imaginación sostenerlo y la acción proyectarlo.
45.- Creo en Dios, porque si Dios existe, salgo ganando, y si no existe, no pierdo nada.
46.- Yo con mucho gusto iría a escupir sobre ciertas tumbas pasadas o futuras.
47.- Los celos matan el amor, pero no el deseo. Éste es el verdadero castigo de la pasión traicionada.
48.- La catástrofe aniquila y aísla. La catarsis permite que la falta se repare en el seno de la comunidad.
49.- Para mí la modernidad empieza en el momento en que don Quijote sale de su aldea, de su refugio de libros, y se lanza a ver el mundo: sale impulsado por la lectura y termina actuando su propio texto.
50.- Amo y escribo para obtener una victoria pasajera sobre la inmensa y poderosísima reserva de lo que está allí pero no se manifiesta.
51.- Si la Tierra es redonda, ¿por qué no habrá de serlo una narración? La línea recta es la distancia más larga entre dos palabras.
52.- Yo siempre he tratado de colocar mis novelas en este crucero donde el destino personal y el destino histórico se encuentran... Yo no creo en las novelas flacas, anémicas: creo en las novelas gordas, ricas, amorosas, comilonas...
53.- El escritor mantiene la novedad del pasado, no sólo la del porvenir. Sin la novela, sin el texto literario, no se entiende el texto histórico.
54.- Un libro, un poema, una película, un ritmo musical, una obra de arquitectura, nos dicen: esto somos. Esto podemos lograr. Esto nos falta por hacer. Esto es lo que nos gustaría ser y hacer.
55.- Nietzsche advirtió que la historia y la felicidad rara vez coinciden, y el siglo XX se encargó de demostrarlo.
56.- No hay culturas puras. Todos descendemos de encuentros migratorios. Cuando excluimos, perdemos. Cuando incluimos, ganamos. Y jamás reconoceremos nuestra propia humanidad si antes no la reconocemos en los demás.
57.- Yo siempre he visto cada una de mis novelas como parte inseparable de un conjunto. Ese conjunto se titula “La edad del tiempo”.
58.- La vida auténtica del pasado es la memoria y la vida auténtica del futuro es el deseo.
59.- El imperio de la violencia es infinito; puede ser tan grande como la naturaleza —imaginemos, lo ruego, este horror: una violencia tan grande que se vuelve sinónimo de la naturaleza—. Sólo pueden disiparlo tres consejos: no admires el poder, no detestes al enemigo y no desprecies a los que sufren.
60.- Creo que hoy, a medida en que la sociedad civil va ganando espacios en América Latina y se manifiesta con una voz propia, el escritor tiene menos representatividad que en el pasado. Pero le queda una enorme responsabilidad que es la de ser un buen ciudadano, la de ejercer su ciudadanía.
61.- El lenguaje mexicano está lleno de diminutivos y de subjuntivos a fin de defenderse.
62.- No se puede vivir en el mundo actual sin tener la preocupación por el otro y no digamos ya en América Latina y en una población como México donde la mitad de la gente vive en la miseria.
63.- Machado, el brasileño milagroso, nos sigue descifrando porque nos sigue imaginando, y nos imagina para recordarnos que nuestra verdadera identidad iberoamericana se llama imaginación literaria y política, social y artística, individual y colectiva.
64.- Me dirijo en primer lugar a los mexicanos. Si los libros llegan a los americanos, qué suerte; pero resulta que llegan mucho a los franceses.
65.- Necesitamos tiempo. Tiempo para transformar la experiencia en conocimiento. Tiempo para reparar el daño que la ambición, el desdén, los usos del poder y la pura indiferencia han infligido a nuestras vidas. Tiempo para la imaginación. Tiempo para vivir nuestras muertes. Tiempo para morir nuestras vidas.
66.- La continuidad cultural de Iberoamérica contrasta brutalmente con las fracturas de nuestra vida política y los fracasos de nuestra vida económica.
67.- Crisis en chino es un ideograma que quiere decir dos cosas: peligro y oportunidad. Estamos en eso.
68.- Hay personajes de las clases superiores de México y América Latina muy desagradables. Gente prehistórica que cree que se lo merecen todo y ésa es una actitud espantosa, más en países como México en los que la mitad de la gente vive en la pobreza. Esa arbitrariedad y esa soberbia es lo que engendra grandes explosiones de insatisfacción, de furia y de venganza.
69.- A veces hay grupos de estudiantes que me lanzan a Presidente, pero yo les contesto como contestó García Márquez, una vez que le dijeron “Bueno, Vargas Llosa se lanzó de presidente del Perú. Usted ¿por qué no hace lo mismo?”. Y García Márquez respondió: “No, porque yo sí gano”.
70.- Se puede imaginar la familia más perfecta y feliz y siempre encontrará una oveja negra, ésa es la sal y pimienta de nuestras familias.
71.- El rock tiene mucho que ver con el coro griego porque es quizá el coro de la sociedad actual, lo que cantan todos los muchachos y es como se identifican colectivamente. Frente a las grandes estrellas, los políticos y los individuos, está la gran masa que se manifiesta a través del coro.
72.- Si todas las mujeres que he querido se resumen en una sola, la única mujer que he querido para siempre las resume a todas las demás. Ellas son las estrellas. Silvia es la galaxia misma. Ella lo contiene todo.
73.- Uno cree que supera el dolor mediante la creación pero es cierto sólo hasta cierto punto, hay un momento en que no hay nada que atenúe ese dolor. Esto es algo que rara vez le pasa a una familia, perder a ambos hijos, y es más duro todavía para Silvia, mi mujer, más duro incluso que para mí.
74.- ¿De qué me sirve rebelarme contra el destino? Lo que tengo que hacer es sentarme a escribir, que es una forma de rebelión contra el destino siempre.
75.- La muerte es una cabrona que nunca dice a qué horas va a llegar y no tiene fechas. Yo estoy encasillado emocionalmente entre dos Carlos: mi hijo que era poeta y pintor, un chico de mucho talento, y mi tío Carlos que también murió a los 21 años y dejó una obra poética considerable. De manera que estoy entre las dos personas que me dieron mi nombre, uno antes y otro después, y los tengo muy presentes cuando escribo, estoy en cierto modo ¿qué pretensión, no? supliéndolos. Sé que no los puedo suplir pero los tengo presentes.
76.- Yo me quedo con los poderes de la memoria para todo. No podría escribir en mi lengua si no tuviera la memoria de la lengua, de lo que me ha precedido, todos somos hijos de la tradición literaria, no podríamos escribir en la propia lengua sin sus antecedentes. No podría escribir sin Cervantes y Quevedo y Góngora.
77.- En nuestras sociedades la violencia se manifiesta con hechos, no con palabras. Darle lenguaje a lo no dicho es una de las posibles contribuciones del escritor.
78.- Creo que un escritor cumple con su obligación social mediante la imaginación y el lenguaje. Una sociedad sin lenguaje, sin imaginación, es una sociedad que perece presa de las peores catástrofes. Por algo Hitler y Stalin mandaban quemar libros, encarcelar escritores.
79.- Nunca he hecho más que lo que siento que debo hacer, independientemente de los premios.
80.- Al lector no quiero decirle nada, quiero que él me diga algo a mí, que me responda a través de la lectura, si no para qué publico. ¿Qué me dice el lector a mí? Yo ya sé lo que traté de decir, pero no sé lo que dije hasta que el lector me responda. ¿Adónde va el barquito de papel que uno pone en las aguas del río? ¿Cómo va a ser recibido, cómo lo van a leer? Ése es el gran misterio de la escritura y la gran exposición del escritor. Soy vulnerable, estoy abierto, tengo el pecho aquí, ¡tiren!, ¡balaceen! o ¡láncenme flechas! ¡Cupido, por Dios!.
(Selección: Víctor Núñez Jaime)
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