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El capitalismo visto por Nicolás Sarkozy

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POR JUAN PEDRO QUIÑONERO | PARÍS Lunes, 10-11-08

En Francia la regulación de los mercados, la desconfianza hacia la «libertad salvaje» y la confianza en el Estado, actor privilegiado, si no dueño, de todos los mercados -fundamentos últimos del proyecto de la reforma del capitalismo que propone Nicolas Sarkozy de cara a la próxima cumbre del G20 el 15 de noviembre en Washington- remonta, cuando menos, a Jean-Baptiste Colbert (1619 1683), ministro de Luis XIV, con cuatro largos siglos de sucesivas matizaciones debidas a la Revolución, «el Terror», Napoleón, la III y IV Repúblicas, De Gaulle, Pompidou, Giscard, Mitterrand y Chirac.

El relanzamiento de la economía a través del gasto público y las empresas nacionales datan en Francia de las manufacturas reales del «Rey Sol». La «ruptura con el capitalismo» era el programa electoral que dio el poder a Mitterrand en 1981 y sus puntales eran: nacionalizar la banca y la gran industria y relanzar el consumo. Esa ruptura con el capitalismo se hundió en 24 meses después de tres devaluaciones del franco, un desequilibrio mortal de las cuentas del Estado, y un grave incremento del paro, con la aparición del movimiento de los «nuevos pobres».
Veintitantos años más tarde, Nicolás Sarkozy, presidente de turno de la UE, abandona su primer credo más o menos librecambista (aquello de «trabajar más, para ganar más...») e iza la bandera de la «ruptura con el capitalismo especulativo. Se acabó la era del «laissez-faire» -dijo-, la defensa del capitalismo moral de empresarios creadores de riqueza». Ha conseguido ya que la UE apruebe un proyecto de reforma de los Acuerdos de Bretton Woods (1944), que crearon el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Tradición intervencionista

El modelo francés de reforma de Bretton Woods, que ha sido presentado publicitariamente como proyecto de reforma o refundación del capitalismo, tiene sus raíces en la gran tradición intervencionista, burocrática y estatal francesa, de la que se nutren todas las familias políticas nacionales, conservadoras, liberales, centristas, socialistas, socialistas, incluso ecologistas y comunistas de este país.

En 1945, el general De Gaulle incluyó a los comunistas en los primeros gobiernos de coalición que «refundaron» Francia, sin desdeñar los beneficios del Plan Marshall. El «plan» y el «control político» de la economía eran el fundamento último. Tras la ruina de la IV República, la fundación de la V y el fin de «reino gaullista», el relanzamiento industrial de Francia, con Pompidou y Giscard oscilaba entre el «bonapartismo soft» y la socialdemocracia inconfesable.

Sarkozy ha abandonado su credo librecambista para sumarse a la crítica del «capitalismo salvaje»

Giro estatal

Tras la fundación del primer Sistema Monetario Europeo (SME), obra del dúo Giscard - Schmidt, toda la política económica del doble septenio Mitterrand (1981-1995) y la presidencia Chirac (1995-2007), estuvieron fundamentalmente marcadas por la frontal resistencia al librecambismo institucional de la UE y la exigencia, tan francesa, de un «gobierno político» de la moneda. Principios que han inspirado siempre las críticas a la Comisión Europea, a la independencia del Banco Central Europeo, o la propuesta del entonces primer ministro socialista, Lionel Jospin, de crear un Consejo de Seguridad Económico en Naciones Unidas para garantizar la gobernanza financiera del mundo.

Parcial y voluntariosamente librecambista durante los primeros doce o dieciocho meses de su mandato, Sarkozy ha dado un giro estatal en su discurso a raíz de la crisis en los mercados financieros, para enraizar su papel nacional, europeo e internacional en la tradición estatal francesa.

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