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Álvaro Pombo: La existencia individual y colectiva se orienta hacia el misterio

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Por: WINSTON MANRIQUE SABOGAL, El País, Madrid, 14/02/2009.


Shhhh... Es la imaginaria petición de silencio que se instaura cuando Álvaro Pombo empieza a reflexionar sobre su obra literaria o cualquier cosa. Los 70 años, que cumplirá en junio, lo confirman como un escritor filósofo de un antiguo liceo ateniense. Pero en el siglo XXI, donde sabiduría e intensidad se mezclan con una mayéutica de desparpajo. La promoción de una novela y un poemario alteran ahora sus apacibles días: Virginia o el interior del mundo y Los enunciados protocolarios. Nuevas obras tras su asomo a la política como candidato al senado por UPyD, y del Premio Planeta 2006 por La fortuna de Matilda Turpin; y antes de éste títulos como Contra natura, El cielo raso y El metro de platino iridiado que le han dado un sitio clave en la narrativa contemporánea.

Este poeta filósofo santanderino, que gusta de la narrativa para comunicarse con el mundo, ha logrado fundir en su nueva novela dos de los grandes temas del ser humano: el amor y lo sobrenatural. Dos eternos territorios inquietantes y misteriosos pero procedentes o vivificados, ambos, por un solo acto: Fe. Todo sucede en el Santander de los años veinte, donde una joven culta empieza a interesarse por lo que hay más allá de su buena vida. Un micromundo de la Europa de entonces. Del renacer de una época que el destino decidió aprisionar entre dos guerras y dejarla como una burbuja de tiempo centelleante de fuegos artificiales.

PREGUNTA. En los años veinte, el mundo cultural e intelectual simpatizó mucho con lo sobrenatural, incluso hoy, aunque suene contradictorio. ¿Qué lleva a los intelectuales a acercarse a esos mundos?

RESPUESTA. Voy a clasificar a los intelectuales -un término demasiado amplio- provisionalmente en dos grupos: el de los intelectuales-científicos y el de los intelectuales-poetas. En el segundo grupo entran los intelectuales y escritores que podrían agruparse en torno a la frase de Antonio Machado: "El alma del poeta se orienta hacia el misterio". Es un grupo obviamente amplísimo, entre los cuales me incluiría yo mismo. Personalmente no creo en el más allá o en lo sobrenatural. Y, sin embargo, me considero una persona religiosa (religio poetarum) en el sentido machadiano. La existencia misma, la existencia individual y colectiva, se orienta hacia el misterio. Un lugar especial dentro de este grupo lo tendrían, por un lado, los intelectuales románticos o escritores como Henry James y William James, y también Rainer Maria Rilke. De estos tres últimos hago amplio uso en esta novela. Y el subtítulo, la noción de un "interior del mundo", es de inspiración rilkeana. Hay luego otro tipo de intelectuales, los científicos, que rechazan, en nombre de la objetividad científica y del principio de corroboración intersubjetiva de las experiencias, todo aquello que no puede ser probado inmediata o mediatamente por métodos científicos. Las experiencias religiosas y poéticas son subjetivas: sus evidencias son intensas, pero últimamente incomunicables. No prueban más que la existencia de sí mismas en todo su vigor. Una exposición admirable del punto de vista del intelectual científico la tenemos en Gonzalo Puente Ojea, El mito del alma. Ciencia y religión.

P. Cita a Kierkegaard al recordar que la realidad es un examinador menos riguroso que la posibilidad y la angustia.

R. Creo que mis personajes son muy kierkegaardianos, en el sentido, sobre todo, de que viven más dentro de la angustia de la posibilidad que de la confrontación con la realidad. Kierkegaard hizo del estado anímico de la angustia toda una pedagogía, y hablaba, en efecto, de ser "educado por la posibilidad". Creo que vale la pena citar un texto de El concepto de la angustia aunque sea un poco largo. Comenta Kierkegaard que cuando ocurren acontecimientos extraordinarios, históricos, todos quisiéramos estar presentes, porque cuando sobreviene una crisis todo cobra gran significación y eso educa. Uno de los rasgos fascinantes de Barack Obama es que vive angustiado por la posibilidad: la matemática precisión de su campaña e incluso sus errores (menores) de estos días en la elección de miembros de su gabinete han sido tenidos en cuenta por Obama una y mil veces en la posibilidad. Por eso la realidad nunca le altera ni le coge por sorpresa, por eso parece siempre tan cool.

P. Suele examinar el amor en sus obras, y en

Virginia... se lee: "Todo amante responsable cuenta con que no sea correspondido", ¿qué cree usted?

R. La figura del amante responsable se opone, en esa frase, a la figura del amante engreído o creído, que cree que merece ser amado. Pero ningún verdadero amante que se atiene en serio a la absoluta independencia y otredad de la persona amada cree merecer su atención. Si la recibe, la considera siempre como una gracia inmerecida. Sin esta dimensión de menesterosidad, de carencia, el amor del amante se estancaría en el narcisismo. Todo amante desea transformar a la persona amada en amante a su vez. Todo amante desea ser amado por la persona que ama. Pero este deseo es una esperanza y no un derecho. La persona amada no tiene obligación de amarnos. Los amantes que creen que merecen ser amados, automáticamente pierden su condición de amantes y se convierten en narcisos. Es posible que al transformarse en narcisos sean, paradójicamente, más amados que cuando eran verdaderamente menesterosos amantes. Pero esto último no es más que una de las dificultades del imposible amor humano.

P. El amor, que renace sin prejuicios en la literatura actual, transmite en su novela la idea de que es como la fe.

R. El amor humano es un acto de fe, o mejor dicho: de confianza en otra persona. Es una emoción subjetiva, como la fe religiosa, que construye lo amado como un objeto de inmenso valor, lo revaloriza. Yo siempre he negado que el amor sea ciego, aun cuando el eros sea, sobre todo al principio, muy miope; pero el amor se constituye en el tiempo y lo excelente del amor no es su mera aparición como sentimiento subjetivo, sino su capacidad de durar y de enlazar todas las cosas del mundo en su poderosa onda intelectual y afectiva. Supongo que al decir estas cosas estoy ampliando el concepto de amor mucho más allá del sentido de atracción erótica entre personas.

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