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Boaventura de Sousa Santos, profesor de la Universidad de Coimbra en Portugal y de la Universidad de Madison en Wisconsin, dirige actualmente un proyecto internacional cuya pretensión es analizar experiencias que reivindiquen la necesidad de reinvención de la emancipación social. Autor de libros como Estado, derecho y luchas sociales (Ilsa, Bogotá, 1991), De la mano de Alicia (Siglo del Hombre Editores-Ediciones Uniandes, Bogotá, 1998), La globalización del Derecho: los nuevos caminos de la regulación y la emancipación (Ilsa-Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1998), Reinventar la democracia (Ediciones Sequitur, Madrid, 1999), De Sousa asistió a un encuentro con los investigadores del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri) de la Universidad Nacional. Esta entrevista indaga acerca de su posición frente a temas actuales como el desarrollo de la globalización y el papel que juegan los países en vías de desarrollo en el marco del nuevo orden internacional.
Fullinterview
UN: ¿Desde su amplia trayectoria en el campo de la investigación y la academia, cómo ve usted el desarrollo de las ciencias sociales actualmente?
B.S: Después de algunos años de enseñanza en países desarrollados o céntricos, concluyo que es imposible innovar teóricamente en las ciencias sociales a partir del centro. Dentro del centro, la organización, la competencia, el control de la novedad científica, las lealtades disciplinarias hacen imposible, sobre todo en el siglo XXI, innovar teóricamente. Frente a ello son visibles los esfuerzos desde el sur, a pesar de las difíciles condiciones para producir ciencia en estos países.
UN: ¿Cómo cree usted posible crear lazos entre los países periféricos, en aras de fortalecer su comunidad científica?.
B.S:Para hablar de un ejemplo concreto, hemos venido conformando una red de investigadores en los países periféricos, creando una pequeña comunidad científica de cerca de 55 personas de diferentes continentes. Con una permanente comunicación, esta comunidad desarrolla en conjunto algunas ideas y produce un proyecto con una orientación teórica establecida, pero con un cuadro analítico construido colectivamente, de manera ecléctica, desde la base, desde abajo, con el fin de saber si es posible innovar fuera de los centros hegemónicos.
UN: ¿Cómo está pensado ese proyecto al que se refiere y sobre cuáles lineamientos se desarrolla?.
B.S: Este proyecto llamado Reinventando la emancipación social es financiado por la fundación norteamericana McArthur. En él tenemos investigadores de Brasil, África del Sur, India, Colombia, Portugal y Mozambique. El primer reto es saber si podemos realizar un proyecto internacional fuera de los centros hegemónicos con dinero de una fundación hegemónica, que incluya otros países que comparten un mismo tipo de desarrollo e innove teóricamente de una manera ecléctica, dentro de una tradición de teoría crítica o de ciencias sociales críticas, y cree una especie de inteligibilidad entre experiencias alternativas de emancipación social desde cinco ejes temáticos: democracia participativa; sistemas alternativos de producción; multiculturalismo emancipatorio, justicias y ciudadanías; biodiversidad y conocimientos tradicionales y derechos de propiedad intelectual; y por último, el tema del nuevo internacionalismo obrero.
UN: Retomemos la discusión acerca de la noción hegemonía y contrahegemonía, ¿cómo es posible establecer la línea divisora entre una y otra en la periferia?
B.S: A veces puede ser fácil establecer la diferencia entre hegemonía y contrahegemonía en un país mientras en otro no. El nivel de visibilidad de los enemigos puede facilitar distinguir entre lo hegemónico y lo contrahegemónico, a su vez los niveles de fragmentación de la sociedad política ayudan a determinar las diferencias. En el caso de Colombia, ésa es mi hipótesis sociológica, es aún más difícil establecer la diferenciación: mientras más fragmentada una sociedad, más difícil resulta fijar las diferencias; mientras más actores armados se tiene en juego, más compleja la situación y más precaria la posibilidad de movilización y de creación de movimientos políticos contrahegemónicos en esos contextos armados. La definición previa de esos conceptos es mucho más problemática. La contrahegemonía no se distingue de la hegemonía solamente porque es contra y porque es contraria en su estructura. La contrahegemonía es mucho más heterogénea, tiene más campo para autonomías distintas y por lo tanto, existe más perplejidad sobre lo que es contrahegemónico.
UN: "Globalización" parece ser el concepto de principios de siglo, aunque su aparente ubicuidad dificulta la comprensión de su especificidad. ¿Cómo ve usted el desarrollo actual de las teorías de la globalización y sus efectos?
B.S: En mis trabajos hablo siempre de globalización en plural. Lo que llamamos globalización es un conjunto específico de relaciones sociales de poder. Diferentes relaciones o conjuntos de relaciones producen diferente globalización. Yo distingo cuatro modos de producción de la globalización: localismos globalizados, globalismos localizados, cosmopolitismo y patrimonio común de la humanidad. Para mí lo importante de la globalización es ver las relaciones sociales de poder. Saber si son desiguales y qué tanto lo son. Hoy no tenemos alternativa entre lo local, lo nacional y lo transnacional; tres escalas de una misma realidad, lo más local ya está involucrado de alguna manera con lo transnacional. Hay que organizar luchas transnacionales pero también hay que hacer proliferar las luchas locales. En otras palabras, hay que promover la pequeña escala en gran escala.
UN: ¿Qué tan hegemónica es la globalización actual, si se tiene en cuenta la oposición a las decisiones tomadas por organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial?
B.S: Para algunos hay una sola globalización, la neoliberal. Para mí es importante distinguir entre globalización hegemónica o desde arriba y globalización contrahegemónica o desde abajo. Distinción crucial para entender la resistencia ciudadana contra la Organización Mundial de Comercio en su reciente reunión en Seattle. No vamos a decir que todo lo que ocurrió allí es globalización contrahegemónica, pero tenemos que hacer un esfuerzo por ver que estamos presenciando el surgimiento de un novísimo movimiento social creado a través de Internet, sin líderes carismáticos ni grandes organizaciones. Estas agrupaciones movilizaron millares de ciudadanos contra una reunión de la organización más antidemocrática que tenemos en el mundo hoy: la Organización Mundial del Comercio (OMC). Con Seattle podemos ver que la globalización hegemónica no tiene la misma hegemonía. La idea es ver si podemos crear una alternativa contrahegemónica para lo cual yo planteo la producción de nuevos manifiestos. La contrahegemonía debe ser globalizada, ésta es una globalización un poco más difícil, pero quizás tenga más posibilidades de éxito después de Seattle.
UN: Uno de los temas del proyecto que actualmente dirige sobre emancipación social es el de los saberes no tradicionales. ¿En qué sentido son éstos una alternativa contrahegemónica?
B.S: Es claro para las ciencias sociales la existencia de otros conocimientos además del científico. Cuando suprimimos uno, suprimimos las prácticas sociales alrededor de éstos, y por lo tanto, los grupos que se apoyan en ellos. Por eso he escrito que el conocimiento científico de la modernidad es un gran "epistemicidio": ha suprimido en la marginalidad conocimientos distintos. Los conocimientos tradicionales no científicos deben ser retomados. En el proyecto que llevamos a cabo hemos querido incluir otro tipo de conocimientos, es el caso de activistas líderes indígenas, que pueden ser analfabetas pero tienen una sabiduría de vida, una capacidad de conocer el mundo a través de sus iniciativas.
UN: El proyecto también toca el tema de la resistencia, ¿qué diferencia hace usted entre resistencia y emancipación social?
B.S:La ecuación entre resistencia y emancipación debe ser tratada con cuidado. Hay que discriminar. La resistencia en Austria, por ejemplo, es un partido de extrema derecha que hoy está en el poder, es parte de una resistencia popular, la conforman obreros y jóvenes, el 30% de la población. A mi juicio, este fenómeno es resultado de la erosión del Estado de bienestar en el país que tenía el Estado de bienestar más organizado de Europa hasta ahora. Es una típica resistencia xenófoba autoritaria, nazi, de ideología. Por otro lado, en la resistencia más progresista puede haber algún elemento reaccionario (por ejemplo, las luchas obreras permitían que se cometiesen en las fábricas los peores crímenes ecológicos). El problema es de mezcla, ésta puede ser más reaccionaria o más progresista, porque no vamos a ver otra cosa sino mezclas; si estamos esperando las luchas puras no vamos a luchar nada, todo está contaminado. Otro problema es saber en qué medida una lucha por la supervivencia es una lucha contrahegemónica.
UN:¿Cómo se mueve el Estado entre esa -a veces difusa- línea que divide lo hegemónico y lo contrahegemónico?
B.S:ay que discutir si el Estado puede ser agente de contrahegemonía. Si vamos a ciertos países, la gente dice: no, si quieres hacer contrahegemonía no pienses en el Estado; el Estado es capitalista y punto. En otros contextos tenemos otras posiciones: para los africanos, hasta ahora, el Estado ha emanado del movimiento de liberación nacional, les pertenece; en Mozambique y en África del Sur, es dominado por el partido que ha luchado contra el colonialismo y el apartheid; hay aquí un elemento de legitimidad para conducir proyectos contrahegemónicos, que eran los que existían desde el tiempo de la teoría de la dependencia, del nacionalismo, del socialismo africano. Ahora las cosas son más complicadas, no se puede decir que en general un Estado puede ser hegemónico o contrahegemónico, tenemos que repensar nuestra teoría política; el Estado es un archipiélago de instituciones y de microestados, a veces sin mucha coherencia. Nosotros mismos lo vimos aquí en la lucha de los U'wa: el defensor del pueblo, que es el Estado, representaba una posición diferente frente a la del ministro de Energía. ¿Dónde está la congruencia? Hay mucha más incoherencia. ¿Por qué? Una hipótesis sería: el impacto de la globalización es diferenciado entre los diversos sectores del Estado.
UN: ¿Perdió el Estado importancia con el impacto de la globalización neoliberal?
B.S:La globalización neoliberal no es un modelo simplemente internacional, es también nacional. Se puede ver cómo elites nacionales han ganado mucho dinero con la globalización, ya que han recibido mucho de las privatizaciones, por ejemplo. Pienso que es una ilusión decir que el Estado con la globalización perdió importancia, hoy es más importante que antes, pero tiene una importancia distinta. Tiene que internacionalizar las exigencias que la globalización le pide. Puede ser que no haya un Estado de bienestar para los ciudadanos, pero hay un Estado de bienestar para las empresas. Hay incentivos fiscales, fondos para montar fábricas en todas partes del mundo. ¿Qué es esto si no transferencias de pagos? Entonces, ¿es el Estado importante o no?
UN: ¿Qué se puede esperar de las experiencias emancipatorias que usted analiza actualmente?
B.S:Hubo un cambio muy grande en los ochenta en una discrepancia: experiencias y expectativas, para mí la matriz de la transformación social en general, no solamente en los países desarrollados. Hasta los ochenta la experiencia es más mediocre que la expectativa. Es decir: uno nace pobre pero probablemente puede morir rico; uno nace hijo de una familia obrera, pero puede morir doctor; uno nace analfabeto, pero sus hijos pueden ser universitarios. En las sociedades antiguas las experiencias y las expectativas eran las mismas: el que nacía campesino, moría campesino, el que nacía noble moría noble. Fue en el siglo XVIII que se introdujo esta discrepancia entre experiencia y expectativa, y siempre las expectativas exceden la experiencia. Después de los años ochenta estamos en una situación contraria y sin precedentes en la modernidad capitalista: las expectativas son más mediocres que las experiencias, son descendentes y esto es lo que hace imposible pensar la emancipación social, porque ésta ha sido pensada siempre al contrario: las expectativas son más importantes, más grandes que las experiencias. Y lo que tenemos es que reinventar de alguna manera esta ecuación entre experiencias y expectativas.
UN: Para terminar nuestra entrevista, me gustaría saber qué convicciones inspiran sus esfuerzos académicos actuales.
B.S:Hay que mantener la capacidad de espanto o sorpresa en una sociedad cuando la novedad se transforma en rutina. Hay que mantener la capacidad de indignación cuando la brutalidad y la violencia están trivializadas. Hay que preservar la capacidad del inconformismo cuando la posibilidad de fracaso es tan alta. Cuando emprendo un proyecto tengo presente que a veces las iniciativas fracasan en sí mismas dejando semillas completamente caóticas; pienso que debemos aplicar la teoría del caos que precisamente no hemos sabido cómo aplicar. Las cosas pueden tener efectos perversos pero también positivos en otras dimensiones de la vida. Normalmente nosotros antropologizamos la historia. Queremos éxitos en nuestra vida y nuestra vida es muy limitada; en nuestra dimensión, el largo plazo no encuentra un lugar en nuestras teorías, porque trabajamos y queremos ver cambios a corto plazo. Esto es absolutamente normal, pero la paciencia de la transformación histórica es mucho más grande que nosotros. ¿Cómo articular nuestras experiencias dentro de un estudio que parte desde nuestra propia identidad como entes humanos, que tenga una dimensión temporal más amplia? ¿Cómo hacer esto sin entrar en el juego de la razón cínica?
Source
Entrevista realizada por el equipo periodístico Unimedios de la Universidad Nacional de Colombia. Publicada por U. N. Periódico, marzo de 2003.
Placed on the Communication Initiative site November 30 1999
Last Updated May 30 2003
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