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“El manifiesto Comunista”: primer antecedente de la globalización

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Con el nombre de El Manifiesto Comunista, reconocemos el texto que nos permite leer la declaración de principios y objetivos de la organización secreta de artesanos e intelectuales alemanes de finales de la década de los cuarente del siglo XIX, conocida como Liga Comunista, publicada en Londres, poco antes de la Revolución de 1848 de París, que tuvo lugar en febrero, escrita por Karl Marx y Friedrich Engels. El texto está estructurado en cuatro partes, precedidas de una introducción. La primera parte, es un discurso filosófico inspirado en los escritos Hegel, basando los argumentos en la sucesiva superación de contradicciones entre tesis y antítesis, a través de la respectiva síntesis, que traza las líneas generales de una teoría del devenir histórico, profetizando el fin de la explotación de unas clases por otras.

Marx y Engels, describen la lucha de clases como el motor primario de la historia, hace un análisis sustancial sobre el mundo moderno como escenario de una confrontación trágica entre la burguesía dirigente (la denominada clase capitalista opresora) y el proletariado (la clase trabajadora oprimida). El Manifiesto, en la medida que vaya ganando adeptos, intensifica el antagonismo de clases y creará las condiciones para una revolución que derrote a la burguesía e implante un dominio de las clases explotadas que pasaran a tener control sobre las tierras y los medios de producción, de forma colectiva, cooperativa y solidaria.

En la segunda parte, se considera a los comunistas aliados y vanguardia del proletariado, haciendo hincapié en la necesidad de abolir la propiedad privada, cambio fundamental en la existencia material que desenmascara la cultura burguesa; la revolución propiciaría que la producción económica esté en manos del Estado, en el caso del comunismo, en la clase proletariado organizada como clase dirigente. La tercera parte, critica las corrientes socialistas de la época y se pone de manifiesto la capacidad crítica y polémica de los autores. La última parte, que compara la táctica comunista con la de otros partidos europeos de la oposición, da como conclusión contundente con la llamada a la unidad y el grito desesperado de los explotados: “¡Proletarios de todo el mundo, uníos!”

En la primera parte del Manifiesto, que lleva como título “Burgueses y proletariados”, Marx y Engels, exponen un panorama de lo que hoy entendemos como proceso de modernización, en especial se describe las características de una sociedad capitalista insertada en la cultura de la globalización. Para ese entonces todo era una proyección y algunos que otros elementos sustanciales de la sociedad europea del siglo XIX, pero en esencia significó el preludio de la idea de globalización que hoy reconocemos todos como un fenómeno identificativo de la realidad económica en el mundo.

Marx y Engels, según nos dice Marshall Berman, describen el sólido meollo institucional de la modernidad. Ante todo está la aparición de un mercado mundial. Al expandirse, absorbe y destruye todos los mercados locales y regionales que toca. La producción y el consumo se hacen cada vez más internacionales y cosmopolitas. La escala de las comunicaciones se hace mundial, y aparecen los medios de comunicación de masas tecnológicamente sofisticados. El capital se concentra cada vez más en unas pocas manos. Los campesinos y artesanos independientes no pueden competir con la producción en serie capitalista, y se ven forzados a abandonar la tierra y cerrar sus talleres. La producción se centraliza y racionaliza, creándose condiciones de fábricas altamente automatizadas.

Como puede apreciarse, Marx y Engels por la vía de una explicación económica de la sociedad del siglo XIX, modelan la sociedad política del siglo XXI, aunque los alcances descriptivos de la globalización van referidos a los fenómenos económicos propiamente dichos, el aspecto político está ajustado al concepto de “mundialización”, el cual, desde la caída del Muro de Berlín y la desaparición del bloque comunista a finales de los ochenta, ha impuesto una acusada difusión mundial de nuevas ideologías, planteamientos políticos de "tercera vía", apuestas por la superación de los antagonismos tradicionales, como "izquierda-derecha", e incluso un claro deseo de internacionalización de la justicia, que no es más que darle a cada quien lo que le corresponde según sus necesidades y según sus aptitudes.

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